Mary Quintero
A fotógrafa cun estudio propio e cunha ollada única
En este capítulo la propia Mary Quintero —la primera mujer viva que forma parte de la colección Aquí Faltan Páginas— narra su fascinante historia, la de una niña de Melide, nacida en la España de los años treinta, que tuvo la suerte de criarse en una galería de cristal, que era como se les llamaba en la época a los estudios de fotografía. Su padre fotografiaba y su madre coloreaba. Ella, como quien juega, lo fue aprendiendo todo. Hizo su primera exposición en Lugo cuando tenía 15 años y, desde ese momento, su padre insistió en que firmara con su nombre y la animó a tener su propio estudio, primero en Lugo y después en Vigo, a donde llegó en los años cincuenta para hacer sesiones fotográficas en las mejores casas de la ciudad, irrumpiendo en un mundo de hombres en el que destacaban fotógrafos del prestigio de Pacheco, Balín o Ángel Llanos.
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FALADOIRO AQUÍ FALTAN PÁXINAS
Mary Quintero “A fotógrafa cun estudio propio e cunha ollada única”
Mary Quintero
Nacida en Melide en 1931, Mary Quintero se mudó a Lugo cuando tenía unos nueve años y fue allí, en el estudio familiar, donde se inició en el mundo de la fotografía. Siendo aún adolescente, estudió en Madrid retoque fotográfico con Pedro Jaraba y pintura con Carlos Pascual de Lar. Con tan solo 15 años le propusieron su primera exposición. A partir de ahí, el boca a boca y una mirada diferente para la fotografía convirtieron a Mary Quintero en una de las más reconocidas retratistas del momento en Galicia. A raíz de una serie de trabajos que le solicitaron en Vigo, y tras comprobar el dinamismo que había en la Ciudad Olívica, decidió montar su propio estudio en la calle Urzáiz siguiendo el consejo de su padre, que desde bien joven la animó a diferenciarse de la marca familiar y firmar con su propio nombre. Aquel fue el inicio de una prolífica y extensísima carrera profesional, que tuvo que compatibilizar con el cuidado de sus cuatro hijos. Quintero destacó por innovar constantemente y fue pionera en utilizar nuevas técnicas que enseñó a fotógrafas y fotógrafos de todo el mundo a petición de Kodak. Llegó a contar en su estudio con un equipo de hasta once personas que aprendieron con ella el oficio. Sus fotografías están presentes en miles de hogares, sobre todo de Vigo, y fueron muchos rostros conocidos de la política y de la cultura los que se pusieron frente a su cámara. Participó en encuentros profesionales en todo el mundo y logró el reconocimiento de sus colegas y de las instituciones. Hoy experimenta con la pintura, su otra pasión, y asegura estar encantada con las posibilidades de la fotografía digital, aunque su llegada le obligara a cerrar su estudio.